Leonardo Robles Belmar
(Chile)
(Chile)
La infancia es un tema complejo a la hora de ser narrado en una historia, pero por regla general los escritores se refieren a ella con nostalgia y melancolía, con muy pocas variantes. Se trata sin duda de una época un tanto sagrada, que tiene que ver ineludiblemente en lo que nos volvemos después para bien o para mal, si se cree en dualidades de ese tipo. Allí, están presentes las mayores alegrías, los consuelos y las fracturas que cada cierto tiempo hay que reparar para que no se venga abajo el edificio.
Sin embargo, en el volumen de cuentos “Los nietos del carnicero” del escritor argentino Enrique Rivas, la narración está desprovista de la ingenuidad e inocencia que habitualmente se les asigna a los niños. El libro cuenta con cinco historias -protagonizadas por personajes que se repiten en la mayoría de los distintos relatos- de las cuales la primera es lejos la mejor, se llama “Jesús” y trata sobre dos amigos fanáticos del fútbol que sortean la infancia en un barrio porteño, con los primeros cigarrillos, las peleas con sus otros pares y sus relaciones familiares.
Por eso, nos engañemos al pensar que la visión de los menores es límpida y cristalina, no, muy por el contrario, Rivas aborda a los compañeros de correrías como unos traviesos, que realmente no se preocupan mucho de la bondad sino sólo en divertirse, consumir alcohol y estupefacientes, ejercitando delitos o conductas retorcidas que les templen o destruyan el carácter: sobreviviendo en resumidas cuentas y vagando ebrios o drogados por la periferia y la pobreza. Felices y despreocupados, huyendo de la realidad como si el futuro no estuviera a la vuelta de la esquina.
El lenguaje es rápido y cortado por continuos puntos seguidos, a la manera casi telegráfica que pusieron de moda los escritores gringos del siglo pasado. Y si bien el primer cuento está bien trabajado, en los posteriores falta desarrollo de las ideas, lo que transforma a los relatos siguientes en una mera descripción de anécdotas sin mayor profundidad, que sólo piensa en entretener, aunque al mismo tiempo deja entrever en sus historias, el abandono estatal y cultural hacia los sectores más desposeídos de la república hermana.
“Los nietos del carnicero” es un libro honesto, con cuentos mejores que otros pero no por ello despreciable, pues es un gran trabajo de todos modos en el que prima el humor y la decadencia. Sin duda con algo más de oficio, este narrador pronto dará qué hablar, quizás antes de lo que nos imaginamos.
“Los nietos del carnicero"
de Enrique Rivas.
al Funesiana. 115 páginas. 2011.