en todo sentido
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Y eso que en los libros de La Funesiana se nombra cómo “los talleres de la editorial” es un salón en una casa antigua en Constitución. En uno de esos cuartos de techos altísimos están la guillotina, la prensa, los papeles y cartones, los tarros de cola y los hilos, donde Funes pasa todas las tardes de su vida, cortando, cosiendo y doblando. Desde ese espacio que comparte con bailarines que ensayan en el cuarto de al lado y una banda de rock que hace vibrar las paredes, salieron títulos de Carlos Godoy, Federico Levín, Luciano Lamberti, Alfredo Jaramillo y otros. Todos trabajos personales, de un hablar crudo, directo, en algunos casos emparentado con eso que él llama “la moda de escribir sobre peronismo”, algo que de ningún modo puede configurar un canon o poética, pero que sí comparte un espíritu, algo así como el modo de producción infectando la propia literatura. Los libros de La Funesiana son de tapa dura, textos potentes, cosidos, que pueden dejarte un chichón en la cabeza.
Y eso que en los libros de La Funesiana se nombra cómo “los talleres de la editorial” es un salón en una casa antigua en Constitución. En uno de esos cuartos de techos altísimos están la guillotina, la prensa, los papeles y cartones, los tarros de cola y los hilos, donde Funes pasa todas las tardes de su vida, cortando, cosiendo y doblando. Desde ese espacio que comparte con bailarines que ensayan en el cuarto de al lado y una banda de rock que hace vibrar las paredes, salieron títulos de Carlos Godoy, Federico Levín, Luciano Lamberti, Alfredo Jaramillo y otros. Todos trabajos personales, de un hablar crudo, directo, en algunos casos emparentado con eso que él llama “la moda de escribir sobre peronismo”, algo que de ningún modo puede configurar un canon o poética, pero que sí comparte un espíritu, algo así como el modo de producción infectando la propia literatura. Los libros de La Funesiana son de tapa dura, textos potentes, cosidos, que pueden dejarte un chichón en la cabeza.
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