Chiquito

by 10:06:00 0 críticos literarios
Ph: PreMica Cuyo




No sé por qué me acordé. No hay razón alguna... o sí, estaba revisando las carpetas de la editorial, con libros incompletos, con todo lo que falta hacer, los compromisos incumplidos y demás. Es un momento ásperix porque uno se enfrenta a la mentira que es, a lo difícil que significa seguir sin un mango ni apoyo pero uno sigue igual montado vaya uno a saber en qué mula.
Bueno, estaba en eso.
Y resulta que vi los textos de Jorge Leónidas Escudero, el viejardi que visitamos con Cucurto en San Juan el año pasado. Fue un encuentro maravilloso, nos dejó entrar en su estudio, nos contó de sus piedras, se sacó unas fotos con María, con la diosa de Margarita y Cucu. Y descubrí, también, que el amigo Cucu es un gran fanático de este poeta. Y le contaba al viejo todos los libros que había leído, de lo difícil que era conseguir sus libros en Buenos Aires. Un momento luminoso fue cuando Cucu le recontrajuraba que había leído un libro que Escudero porfiaba en que a Buenos Aires no había llegado. Creo que no se resolvió el entuerto porque, según suele pasar en esos casos, hay que sacar el facón porque, bueno, es la palabra de uno contra la del otro. Pero como era un momento luminoso y había testigos y una niñita, ambos terminaron la disputa diciendo casi al mismo tiempo que quizás estaban equivocados.
Fue luminoso pero cargado de tensión.




Nada, me acordé.
Al otro día lo leímos frente a una treintena de personas. A mí me felicitó con un sacudón de manos la interpretación de uno de sus poemas que se llama:

Relincho

Paró pata en la cumbre reinadora
y miró por el tiempo de sus hembras;
copó al viento, le puso contraseñas
y lo volcó en las cuestas azulinas.

De cogote cruzado con las nubes estuvo,
antojo de ser luz, pegado al cielo.
Corazón de algo grande parecía
diminuto en la mano de una peña.

Del alto nacedero de sus ojos, la nieve
colgaba derritiéndose para formar los ríos;
los pastos amarillos caían de su pecho
saltando las quebradas rumbo a las vegas verdes.

Y enhorquetó de pronto un eco en las orejas:
entre los farallones la piedrita movida.
Dio una vuelta en redondo, avizoró de frente
y así entró por el ojo de la carabina.

Lanzó un relincho azul, morado y negro;
le chispeó en el codillo abierta rosa;
sorprendido en secretos con su ángel
entró al revolcadero de la sombra.

Huyeron las guanacas por las crestas;
hilaron con su lana los abismos;
y la cumbre quedó sin corazón arriba,
como un grito en la nada, sólo piedra.

****
De todo corazón, se los recomiendo.
También les recomiendo, a los que gustan de la poesía audiovisual, el documental que se ve online (si bajás el aTubeCatcher lo podés descargar a tu PC -¿se sigue diciendo "PC"?).

Oro nestas piedras: http://vimeo.com/23692893

Y acá, Ediciones en Danza, puso info de varios libros:
http://www.edicionesendanza.com.ar/autores/biografia/escudero.htm

Unknown

Editor

Lucas Oliveira (1978), es editor de Funesiana, diseña libros electrónicos y en papel para distintos autores y proyectos editoriales. Publicó un libro de cuentos (Papel, Funesiana, 2006) y dos de poesía (Poesía para Gerentes, Funesiana, 2008 + Pura sangre busca establo, Funesiana, 2012), el ensayo “Conectados” (Editorial Kier, 2010) y participó de las antologías Buenos Aires. Escala 1:1 (Juan Terranova –comp.–, Entropía, 2007) 5 (El Quinteto de la Muerte, La Propia Cartonera, 2010, Uruguay), La fiesta de la narrativa (El Quinteto de la Muerte, Una ventana ediciones, 2010), Fixture, un picadito austral (Malaletra + Chuy, 2016). Es encuadernador artesanal y actor-guitarrista-futbolista frustrado. No quiere perder el rock.