jueves 4 de agosto de 2011
Centro Cultural El Mordisquito
Por Lucas Oliveira
Por Lucas Oliveira
*
No les vengo a hablar de mí. No les vine a hablar de mí. De hecho, no vine para charlar. No hay nad más… cómo se dice… ¿mersa?, ¿grasa?, que charlar. Charlar es como “chusmear” pero en la Embajada de Japón y con canapé de por medio, una rastra de empleaduchas de 6 hs diarias 5 x 2, buscando novio para escapar de la familia.
Nah, no vine a charlar. Vine a leer. Los quiero adoctrinar, contarles del germen Funesiana.
¿Qué es una doctrina, hoy en día?
¿Qué hacemos con las ideas?
¿Cuánta gente hay acá esta noche? ¿Veinte, treinta, cincuenta, cien?
No sé, no vine a contarlos, no vine a charlar, vine a infectarlos. Porque no tengo otra intención, esta noche, que la de abrirles los ojos, despertarlos del sueño y mostrarles la oscuridad que los rodea.
¿Cómo andás, che? ¿Tus cosas? ¿Tu familia? ¿Seguís de novia-para-casarte? ¿Y vos, che? ¿Laburando tu primer millón? ¿Ah, también de novio-para-casarte? ¿Haciendo lo que te dicen que tenés que hacer, che? Siempre fuiste medio conejito, vos. Te despertás pensando en lo que hiciste bien y lo que hiciste mal el día anterior. Te alegrás porque vas bien, te entristecés porque vas mal. ¿Seguís igual? Seguís igual, ¿no? La misma lógica. ¿La misma lógica? Tus padres deben estar muy contentos, ¿verdad?
Ah, se murieron.
Qué suerte, ¿no? No, no, los míos siguen vivos pero para qué mencionar sus problemas.
¿Nunca te despertaste pensando hoy voy a hacer algo bueno?
Hoy voy a mejorar el mundo.
Hoy voy a demostrarle a esa personita que la amo con todo mi corazoncito y que juntos podemos ir de la mano y enfrentar los vaivenes de esta vida tremebunda, misteriosa y maravillosa.
Sí, ¿no? Hermoso. Divino el momento en el que uno cae en la cuenta de que se pueden hacer cosas lindas por el prójimo.
¿Y nunca te despertaste diciendo hoy voy a matarlos a todos, por hijos de puta, chupaculos, ignorantes, falsos y mediocres? ¿Sí?
No, ¿no?
¿Nunca probaste llamar por teléfono, un número al azar, y llenar de insultos a la persona que te atiende porque sí? No, ¿no?
Hoy voy a empeorar el mundo.
Hoy voy a lastimar a más gente que ayer.
Hoy voy a defraudar a alguien.
Tampoco, ¿no? ¿Para qué mierda se levantan todas las mañanas? ¿Vos dormís de día? ¿Hay una razón para levantarte? Vos, ¿tenés una razón? Vos. Eso siempre me interesó, qué respuesta me das si te pregunto por qué te levantás todos los días. Yo encuentro que adoctrinarlos es una buena razón. A todos. Darles de comer ideas. Ideas absurdas, que no van a recordar después del primer pornoco que te encontrás, el primer sorbo del café. Tengo un sinfín de ideas que si tuviera delirios de grandeza y un psicótico poder de voluntad te arruinaría la vida. Te juro. O por ahí te la mejoro, ¿no? Sí…
¿Seguís diciendo ya me van a conocer el día que muestre esta idea y les cambie la forma de pensar? ¿Seguís pensando que te van a ir a buscar? ¿Sabés a qué viniste acá?
No te lo esperabas, ¿eh? Claro, vos pensaste “voy a la presentación de un libro, qué puede pasar”. ¿No te cansaste de hacer todo lo que te dicen que tenés que hacer?
¿Vas a comprar el libro? Vas a comprar el libro. Vas a comprar el libro.
No importa si comprás el libro, ¿sabés? Este libro se vende solo. Este libro se lee solo. No importa si hablás de Enrique después de leer el libro, ¿sabés? Lo importante es que lo nombres. Enrique Rivas, Enrique Rivas, Enrique Rivas. Lo importante es que mañana te pregunten por Los nietos del carnicero y vos digas: “…los nietos del carnicero… yo lo tengo… muy bueno.”
¿Sabés lo que importa? Que estás acá. Que venís hasta acá, te reís, enojás, prestás tu oreja, tocás los libros. ¿Vos sabés qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
A ver: pensá. ¿Qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
Pensá. Diez segundos. Dale.
¿Pensaste?
Gracias. Y gracias por venir, por elegir acá, el Mordisquito, conocer un lugar nuevo, aprenderte una dirección, el cómo llegar, memorizar algunas caras, detalles. Ya está.
No dolió, ¿viste? Esto de ser infectado, no dolió, ¿viste? Ahora estás infectado. Tenés un germen que está paseando por tu cuerpo, reconociendo tu cuerpo, las esquinas, las zonas oscuras. ¿Qué vas a hacer ahora que tenés la enfermedad? No estás solo, te digo.
Y ojo, que tenés suerte: te tocó un Enrique Rivas. Te tocó Los nietos del carnicero.
Podrías estar en la presentación de otro libro y eso… eso sería mucho peor.
No les vengo a hablar de mí. No les vine a hablar de mí. De hecho, no vine para charlar. No hay nad más… cómo se dice… ¿mersa?, ¿grasa?, que charlar. Charlar es como “chusmear” pero en la Embajada de Japón y con canapé de por medio, una rastra de empleaduchas de 6 hs diarias 5 x 2, buscando novio para escapar de la familia.
Nah, no vine a charlar. Vine a leer. Los quiero adoctrinar, contarles del germen Funesiana.
¿Qué es una doctrina, hoy en día?
¿Qué hacemos con las ideas?
¿Cuánta gente hay acá esta noche? ¿Veinte, treinta, cincuenta, cien?
No sé, no vine a contarlos, no vine a charlar, vine a infectarlos. Porque no tengo otra intención, esta noche, que la de abrirles los ojos, despertarlos del sueño y mostrarles la oscuridad que los rodea.
¿Cómo andás, che? ¿Tus cosas? ¿Tu familia? ¿Seguís de novia-para-casarte? ¿Y vos, che? ¿Laburando tu primer millón? ¿Ah, también de novio-para-casarte? ¿Haciendo lo que te dicen que tenés que hacer, che? Siempre fuiste medio conejito, vos. Te despertás pensando en lo que hiciste bien y lo que hiciste mal el día anterior. Te alegrás porque vas bien, te entristecés porque vas mal. ¿Seguís igual? Seguís igual, ¿no? La misma lógica. ¿La misma lógica? Tus padres deben estar muy contentos, ¿verdad?
Ah, se murieron.
Qué suerte, ¿no? No, no, los míos siguen vivos pero para qué mencionar sus problemas.
¿Nunca te despertaste pensando hoy voy a hacer algo bueno?
Hoy voy a mejorar el mundo.
Hoy voy a demostrarle a esa personita que la amo con todo mi corazoncito y que juntos podemos ir de la mano y enfrentar los vaivenes de esta vida tremebunda, misteriosa y maravillosa.
Sí, ¿no? Hermoso. Divino el momento en el que uno cae en la cuenta de que se pueden hacer cosas lindas por el prójimo.
¿Y nunca te despertaste diciendo hoy voy a matarlos a todos, por hijos de puta, chupaculos, ignorantes, falsos y mediocres? ¿Sí?
No, ¿no?
¿Nunca probaste llamar por teléfono, un número al azar, y llenar de insultos a la persona que te atiende porque sí? No, ¿no?
Hoy voy a empeorar el mundo.
Hoy voy a lastimar a más gente que ayer.
Hoy voy a defraudar a alguien.
Tampoco, ¿no? ¿Para qué mierda se levantan todas las mañanas? ¿Vos dormís de día? ¿Hay una razón para levantarte? Vos, ¿tenés una razón? Vos. Eso siempre me interesó, qué respuesta me das si te pregunto por qué te levantás todos los días. Yo encuentro que adoctrinarlos es una buena razón. A todos. Darles de comer ideas. Ideas absurdas, que no van a recordar después del primer pornoco que te encontrás, el primer sorbo del café. Tengo un sinfín de ideas que si tuviera delirios de grandeza y un psicótico poder de voluntad te arruinaría la vida. Te juro. O por ahí te la mejoro, ¿no? Sí…
¿Seguís diciendo ya me van a conocer el día que muestre esta idea y les cambie la forma de pensar? ¿Seguís pensando que te van a ir a buscar? ¿Sabés a qué viniste acá?
No te lo esperabas, ¿eh? Claro, vos pensaste “voy a la presentación de un libro, qué puede pasar”. ¿No te cansaste de hacer todo lo que te dicen que tenés que hacer?
¿Vas a comprar el libro? Vas a comprar el libro. Vas a comprar el libro.
No importa si comprás el libro, ¿sabés? Este libro se vende solo. Este libro se lee solo. No importa si hablás de Enrique después de leer el libro, ¿sabés? Lo importante es que lo nombres. Enrique Rivas, Enrique Rivas, Enrique Rivas. Lo importante es que mañana te pregunten por Los nietos del carnicero y vos digas: “…los nietos del carnicero… yo lo tengo… muy bueno.”
¿Sabés lo que importa? Que estás acá. Que venís hasta acá, te reís, enojás, prestás tu oreja, tocás los libros. ¿Vos sabés qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
A ver: pensá. ¿Qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
Pensá. Diez segundos. Dale.
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Gracias. Y gracias por venir, por elegir acá, el Mordisquito, conocer un lugar nuevo, aprenderte una dirección, el cómo llegar, memorizar algunas caras, detalles. Ya está.
No dolió, ¿viste? Esto de ser infectado, no dolió, ¿viste? Ahora estás infectado. Tenés un germen que está paseando por tu cuerpo, reconociendo tu cuerpo, las esquinas, las zonas oscuras. ¿Qué vas a hacer ahora que tenés la enfermedad? No estás solo, te digo.
Y ojo, que tenés suerte: te tocó un Enrique Rivas. Te tocó Los nietos del carnicero.
Podrías estar en la presentación de otro libro y eso… eso sería mucho peor.
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