Planeta niño y zurdo *

by 12:12:00 0 críticos literarios
Por Pablo Paredes Muñoz
publicado en la revista virtual
No-Retornable
v7


Agradezco la invitación de la Embajada Argentina en Chile para presentar el libro de Cecilia, agradezco a ella también el voto de confianza y celebro el que los extraños pescados que alguna vez comimos a orillas del Paraná hayan devenido en este encuentro, acá, en donde no pueden haber ni peces ni buques en el río. Quiero abrir con un pequeño panorama o más bien pequeñísimo diagnóstico de las actuales producciones poéticas en los actuales contextos de ambos países. Me parece que los puentes entre la poesía reciente argentina y la poesía reciente chilena, necesariamente, deben entenderse y desplegarse como túneles, sabiendo claro que los túneles no se despliegan sino que se cavan y que en ese agujerear uno puede ir encontrándose con muertos y animales que ni Dios se ha enterado de que existen; y además, siendo esta la característica más interesante, se puede salir a la luz por un lugar que no se esperaba. Aceptando la metáfora, podemos encontrar dos túneles: el hecho desde Argentina hacia acá que aparece sobre una épica neobarroca cuya guerra no logra ver del todo; y el cavado desde Chile hacia Argentina que emerge sobre una letanía de un cotidiano en donde rutina y tristeza se confunden, y en donde el autor chileno, por lo general, no sabe hablar y en muchos casos tampoco entender. Existen además unos cruces en el habla de ambos países que son materia profunda de mi interés. Hay alguna razón para que lo que vive en el habla política discursiva de la Argentina tienda a no habitar en su lírica más contemporánea y una razón –o varias claro− para que el habla de la lírica chilena reciente no habite en la discursividad política actual del país.
Grafico.
Recuerdo haber participado hace unos años en la marcha de apoyo a la presidenta Cristina Fernández mientras al otro lado de la ciudad se manifestaban los poderosos de la agricultura. El caso es que el orador del acto en el que estuve junto a la poeta chilena Begoña Ugalade, fue Néstor Kirchner, a quien cito evidentemente no por casualidad pues el respeto y el cariño nada tienen que ver con aquello. La retórica que utilizó fue una retórica cancelada de la discursividad chilena público-masiva en el contexto de la postdictadura. El par de chilenos tuvimos la rara impresión de estar adentro de un documental de la Unidad Popular aunque sin sentirnos viajeros en el tiempo. Después de eso nos tomamos unas cervezas y hablamos de la ausencia de esa musicalidad en Chile y cómo eso daba cuenta de la ausencia de un “Gran Proyecto de Chile” y cómo esto era perfectamente funcional a la lógica del neoliberalismo. Después pensamos en que esa habla se había ido a vivir en la poesía y que ahí esperaba su regreso a los megáfonos ensayando mientras en las bocas de Zurita, Cuevas, Ilabaca, Neira, Hernández o Saavedra. Luego de eso nos hicimos la pregunta que resulta la más pertinente para esta presentación ¿por qué esta habla amplificada no vive en la poesía argentina; por qué este cruce del habla de ambos países?

En las respuestas posibles es en donde me interesa particularmente el libro de la poeta argentina Cecilia Eraso. No porque se trate de un momento chileno de la lírica argentina, lo que por sí mismo no lo considero ningún mérito, sino porque de cierta manera me parece escrito en el túnel, o si se prefiere, bajo el peso de Los Andes y, sin embargo, hablando del Cielo profundo que no es Celeste.

plutón canta es un libro que mantiene la cadencia que caracteriza a parte importante de la nueva creación poética argentina, sin embargo, se abre a un espacio de pre-épica, de pre-estallido que resulta anómalo y distinto de la generalización de ambas escenas nacionales. Viene la rabia, es un verso que Cecilia no escribe, pero que, sin embargo, aparece y reaparece en las entrelíneas de este texto, como por ejemplo cuando la hablante se enfrenta al misterio del guaraní, a su hostilidad fundada en la indescifrabilidad y ubicado además como un poder dentro del no-poder, es decir el extraño momento del vecino inmigrante pobre. Cito:

dicen en guaraní,
guarangadas que no entiendo;
ahora me veo mirándolos, escondida la mano
ansiosa retorciendo la cortina, es que la ira
se me viene creciendo de impotencia,
y se me va a terminar saliendo por el estómago,
negra como una lengua bacteriana, una que abrace
el mundo y lo infecte hasta caer rendido a mis pies

Por otro lado, si bien la autora se ha referido al título de su obra, escondiendo ligeramente la mano, para mí resulta muy claro el campo de tensiones sobre la que se para o el marco tensional que el título le entrega al texto total. Digamos que plutón canta cumple una función astrológica en la medida que es planeta, por lo tanto, su degradación a planetoide, o planeta enano, lo desastrologiza a partir de una convención astronómica. (Recordemos el caso de el signo Ofiuco que intentó hace un tiempo instalarse como una como nueva contratación del Horóscopo).
Volvamos, qué pasa con los designios del planeta Plutón cuando Plutón no es más planeta. O si se me permite una bajada a tierra, cómo hablamos del amor de una madre cuando se descubre que la madre tiene un hueco a la izquierda de su pecho. Cito al poema “de este modo Plutón transita”:

qué afán el de la paz diligente,
reposo en el camino y perfección en el cambio,
órbita elíptica cuyos elementos móviles
se retiran con un rastro de petróleo:
ese que premia condenando, que se hunde
en el vacío gaseoso, en la maraña fundante
y arcaica del inicio de las cosas


Plutón canta constituye así una pre-violencia, o el terreno para la violencia constituido por una musicalidad tramposa, cuestión que es mérito de la poeta que logra falsear estados para ir instalando la posibilidad de violencia, el futuro ataque como algo sagrado en la medida que es inevitable, de la misma manera como es inevitable la tiranía de Segismundo o la noción de natural llegada del Socialismo que tanto espantaba al pobre Gramsci. Cito finalmente:

plutón decreta y habrá que acatar mandato
de final de fiesta y surgimiento a la superficie
de la parte luchadora.


Este libro me parece es tanto un homenaje a Plutón como una burla, en la medida que entendemos a ese Plutón como el sujeto que circula en órbita elíptica, casi como planeta, de cierta manera como la caligrafía de un zurdo en un curso de niños diestros. Cuánto odian los diestros a los zurdos, cómo quisieran en el fondo de sus corazones que no escribieran con esa mano torpe, cómo quisieran que lo que se escribe con la izquierda no sea considerado, técnicamente, como escritura, sino sólo como escritura enana. Es de cierta forma este texto una pequeña historia del degradado, pues esta degradación es la que constituye el territorio para esa rabia futura. El libro de Cecilia Eraso opta por otra furia, una que de este lado del la cordillera poco comprendemos y que sólo podemos ver desde el ojito del túnel. Sus textos se mueven hacia el Big Crunch, mientras que acá nos movemos con el Big Bang. Aunque, claro, tanto uso que hago de la palabra “nosotros” y “ellos” en vez de hablar de frentón de mi yo y su tú podría estar curvando el tiempo, claro más por falta de profundidad que por asuntos de ecuaciones astronómicas. Lo que quiero decir acá, es que para mí resulta misteriosa esta fuerza de implosión de Eraso cuando por acá todo ha sido explosión, creer en la expansión permanente de la furia. Pero claro hay un hecho innegable en el universo de plutón canta: todo viene de vuelta, todo se concentra, todas las cosas se harán una semillita negra, todos los niños argentinos se concentrarán en un solo cuerpecito y ese cuerpecito reventará.


* leído en el marco de la Feria del Libro de Santiago de Chile
durante la presentación de
"plutón canta"
de Cecilia Eraso
noviembre 2010

Unknown

Editor

Lucas Oliveira (1978), es editor de Funesiana, diseña libros electrónicos y en papel para distintos autores y proyectos editoriales. Publicó un libro de cuentos (Papel, Funesiana, 2006) y dos de poesía (Poesía para Gerentes, Funesiana, 2008 + Pura sangre busca establo, Funesiana, 2012), el ensayo “Conectados” (Editorial Kier, 2010) y participó de las antologías Buenos Aires. Escala 1:1 (Juan Terranova –comp.–, Entropía, 2007) 5 (El Quinteto de la Muerte, La Propia Cartonera, 2010, Uruguay), La fiesta de la narrativa (El Quinteto de la Muerte, Una ventana ediciones, 2010), Fixture, un picadito austral (Malaletra + Chuy, 2016). Es encuadernador artesanal y actor-guitarrista-futbolista frustrado. No quiere perder el rock.