A la guerra con Mambrú

by 13:52:00 0 críticos literarios
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¿Qué van a decir los diarios? ¿Qué van a decir los libros de historia -editorial- sobre "Misoginia Latina"? ¿Por qué importa tanto lo que otros opinen? Creo que porque hemos puesto mucho trabajo en ello. Uno crea lectores imaginarios que leen y descubren errores, entonces, se borran los errores para que ese lector no los lea. Quita las erratas, quita las viudas, quita las palabras mal separadas, tipeadas o frases que no resisten un mínimo análisis, etc. En esa corrección, en ese pulido, ese meticuloso trabajo de laboratorio en el que se observa y se adorna, se nos va la vida, la pasión por algo "sin significados" para esta sociedad materialista y existista.
Se nos llena la cabeza de preguntas que intentamos responder con la simple observación del objeto libro.

¿Qué preguntas me hago yo, como pequeño editor, al publicar "Misoginia Latina"?
Millones.
¿Hay respuestas?
No me gustaría darlas porque siento que condicionarían la lectura. Pero por algún lado hay que entusiasmarte a vos que leés del otro lado de la pantalla.
En un principio tenía un guía, un pequeño faro de parámetro, una crítica y autocrítica constantes que obligaba volantazos o afirmaba nuestras convicciones. Ese trabajo lo hacía Terranova para la Funesiana. Y ahora, de un tiempo a esta parte, he tenido que guiarme por algunos "consejos", mucho prejuicio de amigos que te dicen "¿pero cómo? ¿vas a editar a Juan Pérez? Pero si ese es un pelotudo" y a quienes les pregunto el por qué de semejante calificativo y te dicen "porque tiene el pelo largo, man. Nadie con pelo largo es buen escritor."
¿Qué onda?

Entonces, entre esas y muchísimas razones idiotas, casi no se puede confiar en el comentario "sin compromiso" porque se vuelve idiota/celoso/prejuicioso/peyorativo/avaro. Y para colmo, te deja como un amargo insoportable que sólo quiere hablar en serio: "pero somos jóvenes, Funesiana; ¿hablar en serio? No seas boludazo, ¿querés?"

Serio.
Ja.
Este libro es una cosa seria. Tapizado con gabardina camuflada, son 240 páginas de pura ambición por parte de la editorial. Este libro es un grito al agujero negro de los oídos de los nenitos de Puán. Esos oídos en los que no se cumplen las leyes de la gravedad, el sonido y la luz se doblan y apartan y todo cobra otro significado. Ser estudiante de Letras como la representación de una imagen congelada donde entra un adolescente y sale un adulto pero en el medio, la realidad, no puede entrar. Lo que sucede fuera de Letras no puede entrar. Lo que modifica la literatura y no pasa por Puán, no puede entrar.

Este libro quiere entrar. O no. Este libro quiere ser leído pero más que nada tocado. Quiere seducir manos adolescentes, jóvenes primerizos, adultos curiosos que no creen en reseñas, derrotas culturales, ni cadenas de mando simbólicas. Este libro buscará bravucones, lectores atentos, vitales.
Misoginia latina, más que nada, requiere. Que hayas leído, que sepas escuchar, que hayas visto unas pelis, que pienses, que pienses y que pienses, que hayas dolido, que hayas triunfado una vez y perdido otras 22 (mil). Requiere paciencia para que leas más de 200 páginas pero también para que aprecies un diseño, que sepas diferenciar el guión de diálogo de la itálica. Que reconozcas dónde hay negrita y frenes la lectura para intentar responder el por qué de eso.


Misoginia latina es la crónica de viaje de un chico por varios países de latinoamérica. Países en los que no ha estado jamás, de los que ha oído muchísimo y a los que llega con un bagaje fortunatto de preguntas, juicios de valor, desinformación, miedos y ansiedades. Reconstruye un viaje en una franja muy precisa de tiempo y logra, con el relato, volver preciso un lugar, varios lugares. Pero esa misma justeza, esa claridad para mostrar y delimitar, permite que mi cabeza (que jamás ha subido a un avión) vuele, imagine, conozca y resignifique lo que creo que sé de latinoamérica.
Lo que pudo haber sido un libro de odio y aversión hacia las mujeres (como insinúa el título) se transforma, sospechosa y lentamente, en un libro sobre la misoginia en latinoamérica hacia las mujeres. Esa, entre otras múltiples lecturas, le caben al libro.
Y allí su propuesta, su provocación, su valor y sinceridad.

¿Adónde conseguirlo?
Paciencia. Estamos empacando las mochilas y calibrando nuestros rifles.



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Unknown

Editor

Lucas Oliveira (1978), es editor de Funesiana, diseña libros electrónicos y en papel para distintos autores y proyectos editoriales. Publicó un libro de cuentos (Papel, Funesiana, 2006) y dos de poesía (Poesía para Gerentes, Funesiana, 2008 + Pura sangre busca establo, Funesiana, 2012), el ensayo “Conectados” (Editorial Kier, 2010) y participó de las antologías Buenos Aires. Escala 1:1 (Juan Terranova –comp.–, Entropía, 2007) 5 (El Quinteto de la Muerte, La Propia Cartonera, 2010, Uruguay), La fiesta de la narrativa (El Quinteto de la Muerte, Una ventana ediciones, 2010), Fixture, un picadito austral (Malaletra + Chuy, 2016). Es encuadernador artesanal y actor-guitarrista-futbolista frustrado. No quiere perder el rock.