by
11:38:00
0
críticos literarios
Autogol
Días que se empujan en el taller desordenado
En los blogs
Presentaciones y crónicas
[ . . . ]
En el bunker de la Funesiana, rebelándose contra la concepción quejosa que augura la muerte del libro, afuera la porcina en su pico máximo arrasando la ciudad, Lloyds (corrector y autor de uno de los cuentos) y Funes (editor y luchador) trabajaban a destajo cosiendo, pegando, para llegar con la fecha prevista para la presentación del libro. Yo me sumo con lo poco que puedo dar (me mandé un par de cagadas que fueron solucionadas sin estridencias). Hay algo de gesta heroica en todo esto. Por anónima, por inconsciente y por solitaria. Pero se lleva adelante sin énfasis. Esto es algo de todos los días.
Llegaron sobre la hora con todo, pero llegaron. El arte consiste en zafar. Era la primera vez que iba a una presentación de un libro, y fue una fiesta. Desparpajo, música y en un costado una mesa con el motivo de la velada. Por el lugar circulaban algunos de los autores, como la birra. Me fui tipo doce, la fiesta seguía. No porque quisiera sino porque me iba a quedar sin bondi para volver a casa. El karma de vivir al Sur, lejos de donde pasa lo que a uno le gusta.
Llegaron sobre la hora con todo, pero llegaron. El arte consiste en zafar. Era la primera vez que iba a una presentación de un libro, y fue una fiesta. Desparpajo, música y en un costado una mesa con el motivo de la velada. Por el lugar circulaban algunos de los autores, como la birra. Me fui tipo doce, la fiesta seguía. No porque quisiera sino porque me iba a quedar sin bondi para volver a casa. El karma de vivir al Sur, lejos de donde pasa lo que a uno le gusta.