La poesía como religión (y viceversa)

by 18:03:00 1 críticos literarios
Por Héctor Pavón
para eniedigital
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Poeta, madre, narradora, trabajadora, actriz, docente. No importa el orden, todas ellas componen a Leticia Martin autora de los versos que forman parte de Breviario o el oficio religioso, un trabajo poético de características místicas donde la autora vuelca en palabras escogidas su experiencia religiosa católica familiar durante su infancia.
La poesía plasmada en el libro pudo haber sido escrita en un tiempo limitado, es un espacio acotado de su escritorio matinal, sin embargo, hay en ellos el tiempo de una vida, iniciada en los ritmos de un Cristo remasterizado.


Breviario fue publicado por Funesiana, “la tercera más chica de Latinoamérica” como su editor y creador Lucas Oliveira define. Solo se editan 40 ejemplares por título; están todos cosidos y encuadernados a mano. Este título incluye una estampita y se divide en cuatro partes; las que componen la jornada de oración: laudes; la hora nona; vísperas y completas.

En un bar de Avenida de Mayo y en los patios del Cabildo, Martin cuenta qué imágenes reflejan sus letras y palabras nunca azarosas.

¿En qué medida la religión se cuela en este Breviario?

En la mayor de las medidas.

¿Y eso qué significa? ¿Dónde se encuentra el origen de tu libro?

Mi mamá y yo leyendo el oficio religioso todas las mañanas, en mi casa. En un sacerdote amigo tercermundista del Conurbano trayendo ostias sin consagrar para escenificar una misa donde mi hermano hacía de cura y nosotras de fieles religiosas que íbamos a comulgar. La religión está en el origen de mi vida, en la esencia de mi familia. Trabajar con eso es como la materia prima que consigo para poder expresarme. Asumir y aceptar quien soy.

¿Y cuanto te costó pasar estas vivencias a la poesía impresa?

Treinta y siete años… No sé... Por lo menos treinta años, poder salir, entender que la religión podía ser un género literario, que lo religioso podía ser algo para escribir. Salir primero del lugar donde estás, el de la religión, entenderlo como un religamiento, como una forma de vida y empezar a verlo desde afuera también... Años de terapia de entender que uno puede hacer otras cosas, separarse de eso para poder escribirlo.

¿Cómo es el momento en que llega al papel?

Va llegando de a poco, con las experiencias, con la necesidad de ponerlo en algún lugar. Yo venía escribiendo y me di cuenta de que en verdad lo que estaba haciendo con la poesía -que en ese momento no era religiosa, era de cualquier cosa, de la vida cotidiana-, era volver a rezar de otra manera. El cantito de la poesía -la rima, la métrica-, de alguna manera, me estaban haciendo reencontrar con esas oraciones que rezaba con mi mamá. Entonces dije: esto es estúpido pero es una idea, lo que estoy haciendo es rezar de otra manera, pero si soy eso puedo usarlo para la poesía, y creo que ahí lo volví conciente y dije listo, voy a hacer poesías atravesadas por lo religioso, creo que ahí aparece la idea de este libro.

¿En que espejos te mirás para escribir?

En muchos. Cuando hablamos de poesías miro los viejos poetas por supuesto, pero los poetas actuales son la mayor influencia que tengo. Estoy leyendo a los poetas vivos, a los que escriben desde hoy. Ahí está puesto mi interés: ver que se está haciendo hoy, qué se escribe hoy. Tengo una fuerte influencia de los poetas de ahora y también de los poetas de los 90. Los más clásicos, en algún punto te juegan en contra, porque sacralizan la poesía y a mí me gusta mucho más romper todo eso, quedarme con la parte mas elástica del genero, jugar con el lenguaje, romperlo, cambiarle las formas.

Aparece tu vida cotidiana...

Obviamente que entiendo que es una marca de la época sí, todo el mundo lo está haciendo, sobre todo de los 90 para acá, pero creo que tiene que ver con un punto de vista micro que me interesa transmitir, desde donde se pueden hacer cosas y esa mirada micro de lo cotidiano que a mí me interesa respetar, es del orden de la intimidad o de la cotidianeidad.

Y la pregunta por la frontera entre lo ficcional y lo no ficcional ¿ya no tiene sentido?

Creo que no. La vida y las cosas que sos vos van alimentando la ficción. Toda construcción es ficcional. No lo dudo, no lo pregunto.

¿En qué momento y lugar fue escrito este libro?

Todo de mañana, salvo la última poesía que la escribí después de escuchar recitar a Carlos Salem un poeta español que estuvo en Buenos Aires en la librería Eterna Cadencia. La escribí de un tirón, y eso fue el motivador para escribir el libro, porque una vez que lo tuve dije me parece que acá hay algo. Fue animarme, después de tantos años escribiendo poesías secretamente escondida en mi blog, a decir algo. Ese poema tenía algo religioso muy fuerte y entonces lo demás se ordenó fácilmente. Casi todo lo escribí de mañana, y lo trabaje a la luz del día.

¿En cuántas Leticias Martin te dividís? ¿Todas se llevan bien?

Leticia es eso, se lleva bastante mal con todas, es conflictiva, peleadora, pesimista y optimista, es un caldero de quilombos, pero la poeta está tranquila, me parece que la Leticia que escribe es la que me encanta. Todo lo que hago construye este espacio de escribir. El paso por la facultad, el teatro, la maternidad, todo lo que fui haciendo por la religión. Todo. Todos los pasos sin saberlo están construyendo este paso. Allí donde está el deseo, hay que ir. Todo lo demás te tiene que importar nada.

También venís de escribir una novela...

Se llama Los Dedos, trata sobre el conflicto en la construcción de la identidad en relación con los cuerpos en la sociedad actual bastante exigente con respecto a la figura femenina, es una bailarina, la novela está ahí, peleando a ver si alguien la quiere publicar, está en esa instancia.

¿Y en el plano poético? ¿Qué estás escribiendo?

Estoy inmersa en una especie de diccionario de palabras inventadas que está bastante avanzado. Tiene dos partes: una primera con definiciones de palabras que se me fueron cruzando, que no existen. Y la segunda parte son poesías escritas con esas palabras.

En tu libro encuentro...
Sé que no camino
juego a que avanzo

Idea de progreso destituida
A veces esquivo palabras
no me dejo ponerlas en el verso
Escribir mentalmente mientras uno camina o viaja
Una sonrisa descubrir
que mis versos pueden darme.


La poesía es como la salvación, es el refugio de un montón de situaciones, un lugar completamente generoso, sin normas, permisivo, es el lugar de la libertad, de la alegría pura. Escribir poesía, leer poesía, comentarla y tomar vino con amigos es como del orden del placer y de la improductividad pura, que, si uno pudiera estar ahí todo el tiempo, sería como el cielo de mi madre.


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Unknown

Editor

Lucas Oliveira (1978), es editor de Funesiana, diseña libros electrónicos y en papel para distintos autores y proyectos editoriales. Publicó un libro de cuentos (Papel, Funesiana, 2006) y dos de poesía (Poesía para Gerentes, Funesiana, 2008 + Pura sangre busca establo, Funesiana, 2012), el ensayo “Conectados” (Editorial Kier, 2010) y participó de las antologías Buenos Aires. Escala 1:1 (Juan Terranova –comp.–, Entropía, 2007) 5 (El Quinteto de la Muerte, La Propia Cartonera, 2010, Uruguay), La fiesta de la narrativa (El Quinteto de la Muerte, Una ventana ediciones, 2010), Fixture, un picadito austral (Malaletra + Chuy, 2016). Es encuadernador artesanal y actor-guitarrista-futbolista frustrado. No quiere perder el rock.